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lunes, 13 de abril de 2009

¡No! ¡Todo menos un vaso de agua!






Las empresas editoriales como difusores culturales llevan consigo la encomienda de la defenza del lenguaje. No obstante, aclara Peña-Alfaro que "la lealtad lingüística en nuestro país se manifiesta muchas veces en un culto inexplicable a las formas, aun en menoscabo de las ideas o de la naturalidad de la expresión."

La autora pone el tíííííííííííííípico ejemplo del vaso de agua. Por que nunca faltarán los puristas, que eso sí, harán un singular uso y abuso del "güei", pero pobre del sediento que ose blasfemar con tal petición, porque ipso facto sacan su caduco reproche.

A todos ellos, sería oportuno comentarles que solicitar un vaso de agua es totalmente legítimo, entendible y por lo tanto, proporcionar el mentado recipiente relleno del vital líquido (sin importar material, edad, sexo, religión o preferencia política del vaso).

Y es que uno no va al mercado a pedir 4 kilos con manzanas, sino de manzanas. De igual modo, pedir el contenedor de agua, se refiere a la medida y no a las cualidades matéricas.

Por ello resulta muy conveniente la acotación que hace la autora al redimir el papel del tumbaburros: "Los vocablos sufren muchas veces desplazamientos semánticos o sintácticos y la misión de los diccionarios no es condenar esas modificaciones, sino simplemente describirlas."

Optar por el sentido literal, antes que el sentido común de la expresión dificulta el quehacer de estos paladines del la lengua, ergo entorpece de manera absurda la cotidianidad del diálogo entre mortales.


But, wait a minute... ¿¡quién rayos dice fósforos, remera, pololo, gilipollas, etc?

¿Y qué hay con los anglicismos? Quizá la cercanía geográfica con Estados Unidos nos ha llenado de palabras innecesarias porque tienen su equivalente exacto en nuestra lengua. Al respecto, el texto cita a Moreno de Alba quien afirma: "Lo que debe evitarse es el empleo de extranjerismos no necesarios, de anglicismos y galicismo superfluos..."

No así, en el caso de terminología que exige el respeto del vocablo extranjero, al menos mientras encontramos uno adecuado al español. Los compañeros del área de producción y publicidad saben mucho de eso. Con palabras como: target, brandig, teazer, story board, fade in/out, merchandisin, etc, etc, etc... mantienen blindadas sus conversaciones quesque muy profesionales.


Fuente
Silvia Peña-Alfaro, "De la Corrección a la ultracorrección" en El oficio editorial.

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Recomendación personal

Chequen este blog: http://gazapping.blogspot.com/ Que aunque no es actualizado desde 2007, ofrece información muy interesante sobre errores frecuentes en el lenguaje y demás contenidos útiles para nuestro oficio.


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